4 de noviembre de 2016

Luis Suárez: "Yo en realidad siempre había soñado con jugar en Peñarol, pero el tema es que estaba el sorete de Damiani"


Un agradable jueves de octubre, la estrella uruguaya del Barcelona nos recibió en uno de los varios inmuebles que posee en tierras catalanas. Con la intención de no importunar a su familia con nuestra visita, el salteño nos invitó a encontrarnos en un vigésimo piso lejos de la zona céntrica, en un gran apartamento que actualmente tiene arrendado a una empresa india que comercializa muñecos de peluche y merca. Para esta ocasión, le subalquiló una de las oficinas a dicha compañía. Se trata de un amplio despacho, cuyas paredes están cubiertas de diplomas incomprensibles, imágenes de Buda y un par de pósteres de One Direction. En un rincón, pegado a un gran ventanal, hay una mesa y dos sillas de discutible calidad, máxime considerando la alfombra persa sobre la cual se apoya, que debe andar en el medio palo verde. "Estos indios tienen mal gusto -comenta Suárez-. Me recuerdan al terraja de Palito Pereira." Yo no me atrevo a pedirle que profundice al respecto, de modo que no lo hace. Apenas nos instalamos, ingresa un sirviente y nos sirve café. Cuando se retira, Luis me comenta que es el hermano de Mascherano, que quiso seguir sus pasos y terminó con un laburo de mierda. Ambos nos reímos del lamentable asalariado y nos disponemos a comenzar la entrevista.

***

Bueno, Luis. Gracias por recibirnos.

De nada, bo. Uno es una persona humana y entiende. 

¿Sos feliz en el Barça?

Ahora que se fue Dani Alves, sí. Él era malo conmigo.

¿En qué sentido?

Me trataba de uruguayo.

Ah. ¿Te avergüenza tu país?

Por supuesto. Ahora con internet, acá conocen el fútbol de allá.

Bueno, pero ¿ahora te sentís feliz entonces?

Sí. Igual, estoy esperando dar el gran salto.

¿Qué gran salto?

Llegar a jugar en la selección alemana.

¿En serio?

Sí. Ya le pedí el celu de Löw a Ter Stegen. Capaz que el finde lo whatsappeo, a ver qué onda.

Comprendo. Mejor hablemos de los inicios de tu carrera. ¿Cómo fue dejar Salto y trasladarte a Montevideo?

Fue raro. Nunca había agarrado la Ruta 3. O sea, fui en ómnibus. Recuerdo que en Trinidad le pedí al chofer que me dejara bajar a mear y ahí conocí un poco la ciudad. Bah, por lo menos el baño de una estación.

¿No tenía baño el coche?

Sí, pero alguien había cagado con mala puntería. No me hagas acordar, mirá.

Bueno. Igual, yo te preguntaba por cómo te sentiste al pasar de una ciudad tranquila como Salto a una abrumadora urbe.

Urbe me hizo pensar en Pamela Anderson, no sé por qué. [Se ríe]

Urbe, no ubre.

¿Eh?

Nada. Te pregunté por Montevideo y por Nacional, Luis. Concentrate.

Ah, sí. Bueno, nada. Voy a decir algo que muy pocos saben. Yo en realidad siempre había soñado con jugar en Peñarol, pero el tema es que estaba el sorete de Damiani. Así que, cuando me llegó la propuesta del gallinero, dudé un poco pero al final agarré viaje. A decir verdad, Marco Vanzini terminó de convencerme prometiéndome varias noches de canilla libre de PlayStation en su casa.

Y ahí estuviste un par de temporadas antes de irte para Europa. La hinchada tricolor te abucheaba. ¿Qué sentimiento te genera eso?

Bronca. Yo no merecía eso. Hasta el día de hoy, me pregunto si no me habrán discriminado por ser negro.

Pero no sos negro.

Más injusto todavía entonces.

Bueno. Igual, como periodista, jamás diría que el rechazo que te expresaba la hinchada bolsilluda tenía un móvil racial. ¿Tal vez te exigieron demasiado para lo inexperiente que eras entonces?

O alguien viajó al futuro, leyó esta entrevista y se enteró de que soy manya.

¿Lo declarás entonces? ¿Sos hincha de Peñarol?

Mirá. Mi ídolo absoluto, en mi infancia, era Washington Tais.

¿En serio? Pero Tais era zaguero.

Y yo soñaba con ser zaguero. Cuando el partido contra Inglaterra en el mundial de Brasil, yo le pedí al Maestro que me rotara con Godín. Y Diego también se embaló porque le daba pereza encarar patriadas y prefería jugar arriba directamente. Pero el Maestro consultó a Celso y este le sugirió que no alterara la formación. En el fondo, sé que fue lo mejor, porque al final jugué arriba y terminé empomando a Hart por duplicado. Aunque andá a saber si el Faraón no metía hat-trick. Cosas de la vida.

Hablando de cosas de la vida, después de Nacional, te fuiste al cuadro pichi ese de Holanda, pero luego vino el Ajax.

¿Qué te pasa con el Groningen, bo? [Se ríe y, al ver que yo no, retoma el camino de la seriedad] Sí, lo del Ajax surgió de rebote. Yo ya estaba por volverme, a punto de firmar con Cerrito. 

Supongo que no te costó decidirte.

Y no, porque el Ajax me ofrecía un poco más de guita que Cerrito. Igual, no fue fácil la adaptación. Ajax es una ciudad complicada.

Ámsterdam.

No, gracias. Ya saqué para la Olímpica.

No, Luis. Me refiero a que la ciudad es Ámsterdam.

La conozco, pero yo estaba en Ajax.

Bueno, no importa. Seguí.

Y nada. Te decía que Ajax es una ciudad difícil. Hay poca pizzería. Eso sí, yo ya entraba a jugar en un cuadro grande. La liga holandesa no es la Premier pero anda cerca. Y además ahí ya jugué mis primeros partidos de Champions. O sea, yo en el FIFA metía partidos salados, con Gerrard y todo, pero no se puede decir que eso fuera fútbol en serio.

Y no, porque no lo es. En fin. ¿Y te acordás de tu primer gol en el Ajax?

No, pero debe estar en YouTube. [Saca su smartphone, busca el gol y lo mira]

¿Y?

Sí, lo veo, pero sigo sin acordarme.

Bueno. ¿Y se puede decir que hasta el día de hoy sos un ídolo para la hinchada del Ajax?

Poderse se puede, pero hay que ser un ignorante de la concha de la madre.

Por favor, Luis. Es una entrevista. Cuidá el léxico. Igual, esa expresión vulgar no va a ser publicada. Y decime: ¿por qué sería de ignorante? 

Porque esa hinchada me odia. Cada vez que voy a Ajax, la gente me insulta.

¿Como te pasaba en el Parque Central?

Dejá de meter púa, bo. ¿Sos enviado de Juan Pedro o qué onda?

Para nada. Estoy entendiendo que más de una vez pasaste por la dura situación de ser rechazado por la gente de un club.

Sí. Igual, peor la pasó la Tota.

¿Lugano?

No, la Tota Santillán. ¡Claro que Lugano, banana! Diego en el PSG se hizo odiar. Cuando caminaba por París, le iba bastante peor que a mí cuando caminaba por Ajax.

¡Ajax es un club! ¡La ciudad se llama Ámsterdam! ¡Por favor!

Bueno, no te calentés. [Se da vuelta y mira hacia la sala contigua] ¡Chabón, ahora traeme un tecito acá para el señor, que está medio nervioso! 

No estoy nervioso. Sigamos. En 2010, estabas en un cuadro europeo bastante importante e hiciste un muy buen mundial en Sudáfrica, pero tu explosión mundial definitiva fue luego en la Premier, en el Liverpool. Ahora bien, ¿qué onda con eso de andar mordiendo gente?

¿No íbamos a hablar de fútbol? Me gusta más cuando viene Rafa Cotelo.

A la gente le interesa saber esas cosas. Y sos un referente. Te debés a ellos.

Bueno. Yo he dicho varias veces que me dejé llevar por impulsos del momento y que me arrepiento. Pero también es cierto que viene un poco de la época en que estuve en el programa aquel de Noelia Campo. 

Explayate.

Pensaba hacerlo y justo me cortaste.

Ah, bueno. Perdón. ¿A qué te árbitros?

¿Eh?

¿A qué te referís?

Es que Noelia sacó al monstruo que llevo adentro. La gente cree que ella es buena porque es linda y porque conducía un programa de música uruguaya que ignoraba a la música tropical, pero en realidad es mala leche. Porque detrás de cámara, después de participar en el juego ese con inflables, me dijo que yo era un participante «eximio». Y yo, aunque todavía no sabía qué significaba eso, me di cuenta de que estaba insultándome. Y ahí me entró una rabia tremenda que me hizo querer morderla. Decí que justo cayó Nico Ibarburu, que poco después sería su novio, y me aguanté para que el flaco no me cagara a palos. Si toca tan bien la guitarra, obviamente debe ser buen karateca.

¿Y eso de dónde lo sacaste?

Lo leí en un portal salvadoreño. Parece que los músicos talentosos tienen una facilidad natural para las artes marciales japonesas. Es increíble. Hoy en día, con Internet, tenemos un magnífico acceso a la cultura. Aprendo mucho. No solo en los portales, sino también en las redes. Lo que he aprendido en Facebook no tiene nombre.

¿Usás mucho las redes sociales?

Sí. Me gusta agregar futbolistas jóvenes que me idolatran y después bloquearlos. Me divierto pila con eso. 

Pero no creo que así se aprenda gran cosa. Bueno, volvamos. Ya habías sido campeón de América, elegido mejor jugador del torneo continental, máximo goleador de Europa, Charrúa de Oro, todo, y de repente vas y metés unas olimpíadas de Londres para el olvido. ¿Por qué?

Qué periodista camorrero, bo. La culpa ahí fue de Edinson.

¿Cavani?

¿Conocés a otro?

¿Y por qué le echás la culpa a él de que vos hayas jugado mal?

Él empezó a jugar mal antes y naturalmente me fue contagiando su aberración.

Si vamos al caso, todo el equipo anduvo flojo en Londres. Cambiando de tema, respecto a la etapa del mundial de Brasil en 2014, si tuvieras que rescatar una cosa, ¿cuál sería?

En realidad, dejame rescatar dos cosas. Primero, una enfermera de la Médica Uruguaya que me trató muy bien cuando me jodí la rodilla antes del mundial. Eso me dio mucho ánimo y, para ser franco, lo disfruté bastante. Lo otro, ya hablando del mundial propiamente dicho, es mi mordida a Chiellini. Que no se malentienda. Yo insisto en que me arrepiento de actuar así contra gente inocente o medianamente inocente. Pero esa vez, con la sanción que me encajaron, me vino bien volverme antes. Yo quería estar en Uruguay el día del aniversario del golpe de Estado. En general, el 27 de junio trato de estar acá.

¿Porque asistís a algún evento?

Nada guau. Reunioncita con amigos para tomar unas chelas. Toda fecha importante viene bien para festejar. Hay que meterle onda a la vida.

Más de uno debe estar asociándote con la derecha, Luis.

Y lo comprendo, pero mirá que le pego con las dos piernas. No como Diego, eso sí.

¿Forlán?

No, Diego Delgrossi. ¡Claro que Forlán, banana!

Bueno. Yo te hablaba de política, Luis.

No me interesa la política. Eso sí, te aclaro que me llevo bien con Tabaré.

¿Vázquez?

No. Tabaré Viudez.

¿Y qué tiene que ver con política?

Nada, pero te cuento.

Bueno, vamos redondeando. Falta hablar de tu llegada al Barcelona.

¿Qué te puedo decir? Barcelona y Peñarol siempre habían sido mis mayores sueños. Uno lo cumplí, el otro no. Pero nunca se sabe. Capaz que un día alcanzo el nivel necesario que me permita jugar en el Carbonero.

Hablando de tu actual situación, ¿qué es lo que más destacás del Barça?

La guita que estoy haciendo.

Pero me refiero al juego del equipo. ¿Todo gira en torno a Messi?

No. De hecho, Messi es un mito. Aquel encaja un par de goles lindos y mete un caño y ahí ya todos creen que es el uno. Pero vende humo. En los entrenamientos, se ve al verdadero Lionel Messi: el que juega muy mal al fútbol. Una vez, hizo un gol en contra de penal. Así que imaginate.

¿Y Neymar?

Se defiende un poco más, pero tampoco es un Lolo Estoyanoff.

Pero hablame un poquito del juego colectivo. ¿Qué diferencia encontraste respecto, por ejemplo, al fútbol inglés?

La Premier es más vertiginosa. En España, los equipos se miden más y la disposición táctica suele concentrar más jugadores en la mitad de la cancha. Son muy del 1-8-1. Y, a menos que el adversario te meta un 4-1-5, los partidos son bastante aburridos.

Desde acá, no parece que sea tan así.

La tele engaña, mi amigo. [Se pone de pie abruptamente] Bueno, tengo que dejarlo. Está esperándome aquella.

¿Tu esposa?

Ni en pedo. La pelota. Tengo un partidito de fútbol 5 con los pibes.

¿Pero esta noche no juegan por la Champions?

Se suspendió. Me avisaron por WhatsApp. Faltaban dos y no nos da para jugar diez contra diez.

Ah. 


Mínimo Goñi